PRIMEROS EN RESPONDER DURANTE EL HURACÁN HELENE EN ASHEVILLE
West Asheville, NC
2 de octubre de 2024
Queridos amigos y comunidad. La siguiente es una narración de lo que vecinos en West Asheville y alrededores vivimos, cuando aún no se veía presencia de los llamados First Responders.
Cuando el huracán Helene azotó Asheville el último fin de semana de Septiembre, y no sabíamos la magnitud de la tragedia. Nos tocó encarar la falta de Internet, electricidad y agua potable.
Lo que sí hubo, fue una comunidad que en solidaridad enfrentaba: falta de electricidad, árboles caídos, carreteras bloqueadas,inundaciones, escasez de gasolina, y esto hacía casi imposible la comunicación. El agua potable se agotaba y el efectivo era la unica manera de adquirir los pocos víveres disponibles. Asheville, conocida por su energía y su espíritu comunitario estaba herida, y mientras tratábamos de alentarnos, evaluar daños y en algunos casos buscar a los desaparecidos, cuando nos encontrábamos nos abrazamos, algunos llorábamos, pero nos apoyamos como nunca en medio de los escombros.
Habían pasado cinco días desde que el huracán Helene causó enormes daños en Asheville y el oeste de Carolina del Norte. No veíamos ayuda de nadie; quiero creer que las áreas más afectadas estaban recibiendo esa ayuda. Lo que sí recuerdo fue a la comunidad ayudándose mutuamente; para mí, mis vecinos y amigos fueron los primeros en responder.
En todas las áreas afectadas, comenzaron a surgir historias de vecinos ayudando a vecinos. Algunos usaron motosierras para despejar caminos, mientras que otros compartieron la poco agua potable que tenían. Aquellos que tenían generadores ofrecieron cargar teléfonos, y las familias se unieron para compartir comidas. Este apoyo de base fue el sustento para muchos, demostrando que, en ausencia de ayuda oficial, la resiliencia comunitaria podía hacer la diferencia.
Para el 30 de septiembre, mientras cocinaba con mi amigo Enrique Pérez, uno de los dueños del restaurante Ay Caramba en West Asheville, se decidió que necesitábamos hacer algo por nuestra comunidad.
Mientras Enrique y yo planificábamos cómo ayudar de la mejor manera, hablábamos de la gran necesidad de la que habíamos escuchado. Estaba claro que para muchos tener acceso a una comida caliente se había convertido en un lujo. Nos dimos cuenta de que la cocina de Ay Caramba podía convertirse en un apoyo comunitario.
El martes 1 de octubre, llamé a doña Norma Brown de UNETE, una organización sin fines de lucro que labora con grupos de mujeres y jóvenes latinos en Asheville. Le pregunté, ¿qué podemos hacer para ayudar a la comunidad? Pocos minutos después la cocina de Ay Caramba comenzó a funcionar y a preparar comidas para familias necesitadas.
La experiencia de doña Norma en trabajo comunitario fue invaluable. Rápidamente nos dimos a la tarea de movilizar una red de voluntarios, coordinando esfuerzos para identificar a las familias que más necesitaban ayuda. Enrique y su equipo se dedicaron a preparar las comidas y doña Norma se encargó ese primer día de su distribución. Fue inspirador ver a tanta gente unirse, ofreciendo su tiempo, vehículos, para ayudar a otros.
Comunidad en Trabajo
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Con amor y gratitud, gracias a doña Norma Brown y Enrique Pérez
Doña Norma y Enrique se conocieron por primera vez cuando ella vino a recoger una donación de comida para familias en West Asheville.
Juntos cargaron el coche con comidas, y sus caras reflejaban la determinación de hacer lo posible por nuestra gente. Fue un momento mágico, saber que familias, que apenas una semana antes, quizás nunca hubieran imaginado necesitar ese tipo de apoyo. Pero también había un sentimiento de que juntos nada nos detiene, y que en tiempos de crisis, la unidad se convierte en nuestra mayor virtud.
El 2 de octubre, Ay Caramba entregó más de 300 comidas para las personas que llegaron al restaurante necesitadas de alimento.
En una ciudad celebrada por su diversidad y creatividad, fue hermoso ser testigo de valores convertidos a acciones concretas. Las filas fuera de Ay Caramba crecían, pero también lo hacía la determinación de la comunidad. Cada comida representaba más que solo alimento; era un recordatorio de que el espíritu de Asheville no podía quebrarse, ni siquiera por una tormenta tan cabrona como el pinche huracán Helene.
BRAVO, doña Norma Brown y mi paisano Enrique Pérez. Para muchos en West Asheville, ustedes fueron los primeros en responder.
Para todos nosotros en West Asheville, esta experiencia ha resaltado la importancia del apoyo comunitario. En estos momentos difíciles, está claro que la verdadera fortaleza está viva en la disposición de ayudarnos unos a otros. Aunque la tormenta dejó un rastro de destrucción, también reveló una resiliencia cañona y eso se quedara marcado entre nosotros mucho después de que las aguas de la inundación se hayan secado.
Con cariño y admiración gracias a todos los que estuvieron ahí.
Dios los bendiga
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